En el último tiempo pareciera escucharse más el diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista, debido a una mayor sensibilización que las mismas comunidades neurodivergentes han realizado en función a dicho diagnóstico, y a las necesidades de apoyo y ajustes ambientales para cohabitar una sociedad más inclusiva y amable. Pero para ello resulta necesario conocer a qué nos referimos cuando hablamos de Trastorno del Espectro Autista (TEA) o Condición del Espectro Autista (CEA).
La CEA es un trastorno del neurodesarrollo de origen neurobiológico que se expresa en la infancia. Se caracteriza por impactar en el desarrollo de la comunicación social como en la conducta con la posible presencia de comportamientos e intereses restringidos y repetitivos. Es una condición donde se visualizan diversos grados de afección – de ahí el término “espectro” -, donde se pueden presentar dificultades en la adaptación funcional, en el desarrollo o funcionamiento en el área del lenguaje y alteraciones sensoriales de hipo o hipersensibilidad, según el caso.
La evidencia científica disponible, indica la existencia de múltiples factores, entre ellos ambientales y genéticos, que inciden en la probabilidad de tener la condición TEA (OMS 2017). Cabe mencionar que la conceptualización, definición y criterios diagnósticos se han ido modificando y ajustando en las últimas décadas eliminándose las subcategorías, adquiriendo un concepto dimensional del autismo.
En cuanto a la prevalencia en Chile, según la Guía Práctica Clínica, Detección y Diagnóstico Oportuno de los Trastornos del Espectro Autista del MINSAL 2011, no existe un registro del diagnóstico del TEA. Sin embargo, se logra realizar una estimación si se considera la prevalencia de la OMS (0.625%) y se cruza con los datos nacionales de la población proyectada de niños, niñas y adolescentes entre 6 – 17 años en 2016 (3.007.733), donde es posible estimar que la cantidad aproximada de personas con diagnóstico de TEA en Chile sería de 18.798 niños, niñas y adolescentes. Y, si incluimos a las familias de estos niños, niñas y adolescentes, el TEA forma parte de la vida diaria de 75.192 personas.

